EL PODEROSO ANGEL DE JEHOVA

EL PODEROSO ANGEL DE JEHOVA

 Autor: Bernardo Castillo Méndez
Tema: Cristo revelado en el Antiguo  

  1. Introducción: Un misterio glorioso que apunta a Cristo

Desde los primeros libros de la Biblia aparece una figura celestial que rompe nuestros esquemas: el Ángel de Jehová. No se trata de un mensajero común. Este ser habla como Dios, recibe adoración, y realiza actos que solo el Creador puede hacer. En el corazón del Antiguo Testamento late una verdad poderosa: ¡Cristo ya estaba allí!

Esta figura ha desconcertado a teólogos por siglos, pero para quienes creen en la plenitud de las Escrituras, la respuesta es clara: el Ángel de Jehová es una manifestación preencarnada del Hijo de Dios. Antes de Belén, ya estaba activo, revelando, guiando, redimiendo y profetizando lo que vendría.

 ¿Quién es el Ángel de Jehová?

El término “ángel” proviene del hebreo malak, que significa “mensajero”. Aunque muchas veces se aplica a seres espirituales creados, también puede referirse a una manifestación divina.

Importante: Malak YHWH no es un ángel entre muchos, sino uno que actúa con autoridad divina, habla como Jehová, y acepta adoración. Es decir, no es un ángel creado… ¡es Dios manifestado!

III. Apariciones destacadas del Ángel de Jehová

  1. Con Agar – El Dios que ve (Génesis 16:7–13)
    → Se le aparece y le promete descendencia. Ella exclama: “Tú eres el Dios que me ve”.
  2. Con Abraham – El juramento divino (Génesis 22:11–18)
    → El Ángel lo detiene al sacrificar a Isaac y dice: “Por mí mismo he jurado, dice Jehová…”
  3. Con Moisés – La zarza ardiente (Éxodo 3:1–6)
    → Aparece el Ángel de Jehová, pero luego la voz dice: “Yo soy el Dios de Abraham…”
  4. Con Josué – Capitán del ejército de Jehová (Josué 5:13–15)
    → Josué se postra, y no es reprendido. Al contrario, se le dice: “Quita el calzado… el lugar es santo”.
  5. Con Gedeón – Llamado al valiente escondido (Jueces 6:11–24)
    → El Ángel habla como si fuera Dios. Gedeón ofrece sacrificio y es aceptado.
  6. Con Manoa y su esposa – Anuncio de Sansón (Jueces 13)
    → Ellos dicen: “Hemos visto a Dios”, y el Ángel acepta sacrificios y se eleva en la llama del altar.
  7. Atributos divinos del Ángel de Jehová
  • Habla como Dios (Éxodo 3, Génesis 22)
  • Acepta adoración (Josué 5, Jueces 13)
  • Perdona pecados (Zacarías 3:1–4)
  • Juzga y actúa como soberano (Éxodo 23:20–23)
  • Lleva el nombre de Dios en Él (Éxodo 23:21: “Mi nombre está en él”)
  1. Contraste con otros ángeles

Los ángeles como Gabriel y Miguel:

  • Nunca reciben adoración (Apocalipsis 22:8–9)
  • Actúan como siervos
  • No perdonan pecados
  • No hablan en primera persona como Dios

El Ángel de Jehová sí lo hace. Por eso concluimos: no es un ángel ordinario.

  1. El Ángel del Señor y Jesucristo: la conexión revelada
  • Juan 1:18 – “El Hijo lo ha dado a conocer”
  • Colosenses 1:15 – Jesús es la imagen del Dios invisible
  • 1 Corintios 10:4 – “La Roca era Cristo”
  • Juan 8:56 – “Abraham se gozó de ver mi día”
  • Hebreos 1:3 – “Él es el resplandor de su gloria”

Cristo es la manifestación visible de Dios. ¿Quién más podría haber aparecido en el Antiguo Testamento sino Él?

VII. Argumentos teológicos a favor

  • La autoridad del Ángel es inherente, no delegada
  • Siempre aparece en contextos de redención, protección o juicio
  • Refuerza, no contradice, la Trinidad
  • El Verbo eterno ya se estaba revelando antes de su encarnación
  • Todo el plan de salvación está desde Génesis a Apocalipsis

VIII. Aplicaciones espirituales

  • Cristo no comenzó a existir en Belén: es eterno
  • Refuerza nuestra fe en la soberanía de Dios
  • Afirma que Jesús siempre ha sido el centro del plan divino
  • Nos consuela saber que quien apareció a Abraham, Moisés y Josué… ¡es el mismo que vive en nosotros hoy!
  1. Conclusión final

 El Ángel de Jehová no es un ser creado ni un mensajero ordinario. No es uno entre muchos, ni un espíritu que simplemente ejecuta órdenes celestiales. Es una manifestación gloriosa del Verbo eterno, Cristo mismo, antes de nacer en Belén. Esta revelación no es un detalle menor de la teología, sino una clave poderosa para entender la continuidad del plan de redención a lo largo de toda la Escritura.

Desde Génesis hasta Malaquías, vemos al Ángel de Jehová apareciendo en momentos críticos: rescatando, guiando, juzgando, anunciando nacimientos, aceptando sacrificios y hablando con autoridad divina. Todo esto nos muestra que Jesucristo no es una figura exclusiva del Nuevo Testamento, sino el eje central de toda la historia sagrada.

Él es el Dios que descendió en la zarza, que detuvo la mano de Abraham, que peleó por Israel, que recibió la adoración de Josué, y que se elevó en la llama del sacrificio de Manoa. Él es el mismo que más tarde nacería de una virgen, caminaría entre nosotros, y entregaría su vida en la cruz por nuestra salvación.

No hay ruptura entre el Antiguo y el Nuevo Pacto. Hay revelación progresiva. Y ahora, al mirar hacia atrás con los lentes del Evangelio, comprendemos que el Ángel de Jehová es el mismo que fue clavado en el madero, resucitó al tercer día y vendrá con poder y gran gloria.

Este estudio nos recuerda que Cristo ha estado obrando desde el principio de los tiempos, y que su amor, su autoridad y su presencia son eternos. Él es:

  • El Alfa y la Omega: antes de que todo comenzara, ya Él era.
  • El Dios que camina con su pueblo: no observa desde lejos, sino que desciende, guía, consuela y pelea nuestras batallas.
  • El que fue, el que es y el que ha de venir: inmutable, glorioso, digno de toda adoración.

¡A Él sea toda la gloria, ahora y por los siglos!

Oración Final

Señor eterno y glorioso, Dios de Abraham, de Moisés, de Josué y de cada generación que ha creído en Tu nombre,
hoy reconocemos que el Ángel de Jehová que caminó con los patriarcas,
es el mismo Hijo glorioso que se reveló en carne, murió por nosotros y resucitó en poder.

Gracias por mostrarnos que no estamos solos,
que desde el principio Tú has descendido para salvar, guiar, corregir y redimir.
Así como abriste los ojos de Agar, protegiste a Israel en el desierto,
y hablaste a Moisés desde la zarza ardiente,
habla hoy a nuestros corazones, y camina con nosotros en medio de este mundo turbulento.

Te adoramos, Cristo eterno, el Ángel poderoso del pacto,
el Capitán del ejército celestial, el Verbo que fue, que es y que ha de venir.

Que al conocer Tu obra desde el Antiguo Testamento, nuestra fe sea afirmada, nuestra obediencia renovada y nuestra esperanza fortalecida.
Y que, al igual que Abraham y Gedeón, digamos con reverencia:
“¡He visto a Dios, y mi alma vive!”

Guárdanos bajo tus alas, y permítenos seguir tus huellas hasta el día glorioso de tu regreso.

En el nombre del que es digno de adoración desde la eternidad hasta la eternidad:
Jesucristo, el Ángel de Jehová.

Amén.

 

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